No perdí la fe
pero prometer y volver a caer
no estaba permitido
en el extremo más cercano a la razón
demoliendo las cartas
que la bruja señalo
no regrese a Dios
por los atajos conocidos
desaparecí
cargando la angustia
de haberme sobreprotegido
de la histeria mundial
asumí lo inevitable
la dama tocaba el violín
señálando con el dedo
el camino a seguir
demasiado tarde
para resistir
de rodillas supliqué
no tener que acudir a él
comprometer la justicia
con la ferocidad del día
intentando sumergir
la idea en alguna playa
desierta
comprendi
desentrañar el blondie
en bases que cargan
con la verdad.